El arquitecto Antón Crespo nos cuenta la importancia del cambio, haciendo una reflexión sobre la influencia que tiene tanto en su vida profesional como personal.
La naturaleza es una musa
Como dice Antón, los arquitectos pueden aprender mucho de la naturaleza, observándola con detenimiento y tratando de comprenderla. Es una verdadera fuente de inspiración para sus construcciones.
Los animales y las plantas presentan estructuras muy hermosas. La proporción áurea está detrás de su belleza, como sucede con la disposición de los pétalos de las flores, con la forma de las estrellas de mar y hasta con la distancia entre las ramas de los árboles.
Los arquitectos también aplican esta proporción en las edificaciones, buscando la armonía estética.
La proporción áurea no sólo se aplica en la arquitectura, sino en los diversos ámbitos en que se quiere buscar una composición visual perfecta: en la pintura, en la escultura, en el diseño web y de logotipos de marcas…
La naturaleza es sabia y cambia según las contingencias del momento y de su entorno. Lo mismo sucede con la arquitectura, que se adapta y transforma buscando la mejora.
El arquitecto debe ser un profeta
Como dijo Frank Lloyd Wright, arquitecto estadounidense considerado uno de los principales maestros de la arquitectura del siglo XX: “El arquitecto debe ser un profeta…un profeta en el verdadero sentido del término…Si no puede ver por lo menos diez años hacia delante, no lo llamen arquitecto.”
El arquitecto tiene que ver mas allá y abrazar el cambio.
Y tú, ¿valoras tanto como Antón el cambio y sus beneficios o eres una persona reticente a él?